“LA MADRE”
Cuando enviudó tenia sesenta años. Era bajita, metida en carnes, y algo sorda. Quizás debido a esto, parecía mas seria de lo que era.
Tenia siete hijos, cinco hembras y dos varones. Todos estaban casados. Después de la muerte del padre, el varón mayor, junto con su mujer y dos hijos, se fue a vivir a casa de la madre.
Las hijas, de aspecto físico parecido al de ella, eran alegres, gritonas, y mal habladas. Cuando coincidían todas en la casa familiar parecía que estaban celebrando una fiesta.
De noche, en verano, con la habitación fuertemente iluminada, abrían del todo las ventanas del salón y jugaban a las cartas en la mesa de centro de este.
Hasta cuando reñían a causa de los lances del juego, sus voces sonaban alegres. Yo las veía y oía desde la ventana del mío que da justamente enfrente, y se me alegraba el alma.
La vieja murió y todo acabó. Las hijas ya no visitan la casa. El hijo y su mujer tienen un pequeño negocio en el otro extremo del pueblo, y solo van a la casa para dormir. Ahora, de noche en la vivienda, solo se ve una pequeña y mortecina luz.
La madre al morir, se llevó el alma de la casa.
1 comentario:
Yo tanbien he visto apagarse esa luz en mas de una casa,su relato me las a recordado.Que vonito saber desilo como utd lo a echo,desde aqui grasias autd y un homenaje a todas ellas.
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