Biografía.

Luis Rincón, mi padre, anda ya cercano a los 80 y ha vivido de todo: fue niño en una postguerra atroz de hambre y oscuridad, fue monago insumiso y cómplice de estraperlista, militante antifranquista clandestino, obrero fabril y albañil capaz, vecino solidario y patriarca de una prole inmensa y diversa con más bocas que vergüenza.


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Ahora ejerce sobre todo de amo de casa y abuelo, y ,en los ratos libres, escribe. Y lo hace como todo lo que ha hecho en su vida: de corazón.

INDICE DE LOS ULTIMOS TRABAJOS PUBLICADOS:

Los relatos irán apareciendo en la blog a medida que vaya siendo posible. Para leer cualquiera de ellos sólo tienes que pinchar sobre su nombre en la lista que viene a continuación. Sé que Luís agradecerá que comentes al final su relato pinchando en la parte que dice "Esta historia me ha parecido...".


Navidad con amor

Con este relato, Luis Rincón acaba de ganar el IV Certamen Literario "Francisco Maria Arroyo Benitez" que convoca el CEPEr Viento de Levante de Cadiz. ¡Enhorabuena , Luis!


Vida y muerte de un obrero español


La madre

Soy
Lo ajeno, lo propio y el niño

Pequeña historia de un niño pequeño Finalista en el XIV Certamen Experiencia y Vida que organiza la Junta de Extremadura en Octubre 2007

¿Que es lo que me falta a mi? De José Valiente Moreno
Finalista en el XIV Certamen Experiencia y Vida que organiza la Junta de Extremadura en Octubre 2007

Pepín
Torero y ....olé. ( El Coco III)
El suicidio de la mujer del "Coco"
El médico del "Coco"




Sus canciones

La murga de los currelantes

domingo, 17 de febrero de 2008

Vida y muerte de un obrero español



Miguel Rodríguez, apodado “El Flamenco”, tenía cincuenta y siete años cuando cerraron la fábrica donde ejercía su oficio de mecánico ajustador. Hasta entonces su vida había transcurrido entre el trabajo en la misma, donde llevaba treinta años, y la crianza de sus hijos. También, como labor extra, había militado –en los tiempos oscuros del franquismo- en los sindicatos y partidos políticos clandestinos en pro de las libertades democráticas para el pueblo español.

Al quedarse sin trabajo pasó, como es natural, a cobrar el desempleo. La cantidad que cobraba por ese concepto era inferior al sueldo que tenia cuando trabajaba, pero le permitía seguir viviendo con cierto desahogo. Cuando llevaba unos cuantos meses en el paro; enfermó. Llevaba cierto tiempo sintiéndose triste y desganado hasta que su mujer le llevo, casi a rastras, al medico. Nunca había estado enfermo de cuidado. En su vida laboral sufrió varios accidentes de trabajo pero todos de poca importancia.

Por eso cuando los médicos le diagnosticaron una tuberculosis pulmonar el mundo se le vino abajo. Un medico, excelente especialista en neumología, le prometió curarlo en ocho o nueve meses y lo cumplió. Pero en el plano económico la enfermedad lo hizo polvo. Hubo un tiempo en que cuando un obrero enfermaba estando cobrando el desempleo se cortaba este, el enfermo pasaba a cobrar por la enfermedad y cuando sanaba percibía el resto del subsidio. Pero, “como un avance social”, una nueva ley determinó que cuando un desempleado enfermaba siguiera percibiendo el subsidio hasta terminarlo.

Esto le ocurrió a nuestro amigo Miguel. Coincidió el término del subsidio con la curación de su enfermedad y la consiguiente alta medica. Casi de forma continua recibió una llamada del inspector medico del seguro, este después de leer el informe del especialista, le dijo que lo iba a proponer para la jubilación anticipada por las secuencias residuales de la enfermedad que le impedía ejercer su oficio





Mientras se resolvía este expediente Miguel fue cobrando una cantidad que el seguro le asignó como paga para su convalecencia. Al cabo de unos meses fue llamado al tribunal que tenia que determinar sobre su invalidez Este tribunal consistía en un medico y su correspondiente enfermera. A nuestro amigo Miguel le llamaban el “Flamenco” porque tenia un tipo airoso y juvenil y daba la sensación de tener menos edad de la que marcaba su carné de identidad.

Cuando el medico lo vio entrar en la consulta con su ligero andar de bailarín, su camisa veraniega de mangas cortas y el moreno natural que poseía, inmediatamente y sin leer el historial que llevaba, le dio el alta para trabajar, pero a un hombre de sesenta años nadie le da trabajo. Después de eso también se le terminó la paga del seguro pues esta tenia una fecha límite, y nuestro desventurado compañero se vio obligado a solicitar la ayuda que el estado daba a los desempleados de larga duración.

El pozo de amargura y desesperación de Miguel se había ido llenando al mismo tempo que disminuían sus ingresos y su auto estima, al tener que aceptar la ayuda de sus hijos para sobrevivir. Terminó de rebosar cuando cobró la primera mensualidad de dicha ayuda: el sueldo mensual que cobraba estando trabajando se había ido reduciendo hasta quedarse en una cuarta parte.

Miguel Rodríguez apodado el “Flamenco” llegó a su casa con aquella ridícula cantidad. Quiso la fatalidad que su mujer no estuviera en el domicilio en aquel momento. El hombre, con el rostro demudado, escribió torpemente una nota, cogió un trozo de cuerda, salió a las afueras y se colgó de un árbol en un pinar próximo.

Así terminó un hombre que lo único que había hecho en su vida era trabajar y producir para una sociedad que, con sus injusticias, lo condujo a la muerte.